El gentilicio de Kenia
Los Juegos Olímpicos nos mostrarán estos días el vigor de los atletas de Kenia, un país cuyo gentilicio sembrará de nuevo la confusión entre los periodistas españoles.
¿Keniatas o kenianos?
Nuestro gentilicio tradicional fue siempre “keniano”, de formación lógica a partir del nombre del país y del sufijo “-ano” (con perdón), que sirve en español para formar adjetivos que implican procedencia, pertenencia o adscripción: “Peruano”, “aldeano”, “franciscano”… De ese modo, “keniano” se alineaba con murciano, colombiano, venezolano, africano, sevillano…
El sufijo “-ata”, por el contrario, ha dado muy poco juego en español para formar gentilicios válidos en ambos géneros (es decir, se excluyen “maragato” y “maragata”, por ejemplo). Tenemos, sí, “croata” (se atisba ahí el latín Croatia) y “crotoniata” (de Crotonia, la antigua ciudad italiana). Pero resulta inverosímil que estas dos palabras pudieran influir durante los años sesenta en que se diera la misma sufijación al gentilicio de Kenia.
A mediados del siglo XX, Kenya atrajo gran interés informativo porque vivió su proceso de independencia frente al dominio británico. Jomo Kenyatta se erigió en el primer presidente del nuevo Estado (1963-1978), y la televisión y la radio hablaban continuamente de “el presidente Kenyatta” mientras que los periódicos usaban para sus habitantes el gentilicio “keniano” (“el pueblo keniano”, “el ministro keniano del Interior, Daniel Arap Moi”). Quienes se informaban sólo por los medios audiovisuales (entre ellos, lamentablemente, muchos periodistas deportivos a quienes les sobraban las páginas de Internacional) no alcanzaron a percibir la mayúscula y la grafía del nombre propio del presidente, y lo tomaron como un adjetivo: “el presidente keniata”.
Ocurrió algo así como si un presidente español se apellidara Españoleto y, tras ser referido continuamente como “el presidente Españoleto”, alguien hablara luego de “los atletas españoletos”.
En realidad, “Jomo Kenyatta” constituía un sobrenombre que en una de las lenguas locales significa “dardo flameante de Kenia”. Su nombre de pila era Kamau wa Ngengi.
El falso gentilicio “keniata” se extendió tanto que la Real Academia Española lo incorporó en 2001 al Diccionario junto con “keniano” (hasta entonces no figuraba ahí ningún gentilicio de Kenia). Pero en “keniata” remitía a “keniano”, y es en esta entrada donde situó la definición (lo que sirve para señalar la preferencia académica).
Así pues, quien diga “keniano” se situará en la línea del gentilicio fetén, y quien elija “keniata” secundará la deriva del error, por mucho que la Academia lo haya tolerado.