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Cuando Armstrong convirtió al Pirata en Elefantino

Marco Pantani no ganaba desde el 4 de junio en Madonna di Campiglio, un día antes de su expulsión del Giro de 1999 por hematocrito alto. El 13 de julio del año siguiente, en el Tour, el Pirata llegó con Lance Armstrong en el Mont Ventoux. El texano le dejó ganar, pero no lo hizo con disimulo, sino que alardeó de ello: “A mí una victoria más o menos me da igual”.

Aquello hirió el orgullo del Pirata, que rajó en la prensa italiana y buscó otro triunfo por méritos propios, que logró tres días después en Courchevel: “Este Pantani se parece más al viejo Pantani”. En la jornada de descanso posterior, Armstrong explotó: “Me arrepiento del Ventoux. Le hice un regalo por lo mal que lo había pasado. Creí que el Elefantino tenía más clase. Prefiero llamarle así, que es como le apodaron los periodistas, y no el Pirata, que se lo ha puesto él ”. Pantani no entró al trapo: “Responderé en la ruta, donde hablan los ciclistas”.

Y eso hizo. Pantani arrancó a más de 100 kilómetros en la etapa de Morzine. Estaba sexto en la general, a 9:03. Armstrong se puso nervioso, se acercó al coche de Johan Bruyneel y le pidió que le pusiera al teléfono a Michele Ferrari. “No va a llegar”, le tranquilizó el doctor. Pero Lance acumuló tanto estrés que terminó entrando en crisis en el último puerto: la Joux Plane. A esas alturas, el Pirata ya había reventado (llegó a 13:44, con problemas intestinales). Richard Virenque ganó aquella etapa tras una caída de Roberto Heras y el americano perdió dos minutos, aunque aún tenía margen suficiente.

Al día siguiente, Pantani se retiró: “Me he quedado vacío”. Y Armstrong, siempre vengativo, empezó su conferencia de prensa con una frase en italiano: “Il Elefantino, a la sua casa”.