Hinault se exhibió en el ‘circuito de la muerte’
El Mundial de Sallanches de 1980 se recuerda como uno de los más duros de siempre. Tanto que fue bautizado como ‘el circuito de la muerte’. Se subió veinte veces la Côte de Domancy: 3 kilómetros al 8% con rampas máximas del 15%. Cuando el equipo de España terminó de supervisar el recorrido, Juan Fernández exclamó: “Aquí no vamos a acabar ninguno”. Casi acertó, porque solo terminaron 15 de los 107 participantes.
El trazado se había hecho a la medida para Bernard Hinault, el mismo año que se despedía el director técnico de Francia, Richard Marillier. “Id preparando el champán”, dijo el Tejón antes de tomar la salida. Esa temporada se había exhibido bajo la nieve en una dantesca Lieja-Bastoña-Lieja y había ganado el Giro, pero tuvo que retirarse del Tour con una tendinitis en una rodilla cuando vestía el maillot amarillo.
Hinault despejó pronto las dudas. Sus primeros ataques se produjeron a 150 kilómetros y fue seleccionando la carrera hasta quedarse con Pollentier, que se descolgó en la 15ª vuelta; Marcussen, que se quedó en la 17ª; Millar, que lo hizo en la 18ª, y Baronchelli… El italiano fue quien más resistió a su rueda. Hinault se acercó al coche del seleccionador azzurro, Alfredo Martini, y se quejó: “Dile que dé algún relevo”. No lo hizo. Aun así, Hinault se marchó en solitario en la última subida a Domancy. Oro.
Baronchelli llegó a 1:10: plata. El bronce se lo llevó Juan Fernández, que ganó el sprint de un grupito a Panizza, Boyer, Pronk, De Vlaeminck y Nilson. “No sé ni cómo acabé. A dos vueltas del final tenía calambres en las piernas y en los brazos y estuve a punto de abandonar”, contó el español, que cazó otros dos bronces mundialistas.