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La serpiente multicolor

Algunas metáforas brillantes en el momento de su creación se convierten en una pesadez cuando el uso extenuante las desgasta. El primero que llamó “la serpiente multicolor” al pelotón ciclista logró un hallazgo, pero todos los siguientes cayeron en el tópico irremediable.

Su inventor fue el periodista de TVE y RNE Juan Martín Navas, según testimonio que recojo de Paco Grande, compañero en RTVE. En verdad, el grupo de bicicletas serpentea por las carreteras y muestra su colorido, por lo cual la metáfora resultó en su día certera y luminosa.

Estas carreras por etapas han alumbrado muchos otros recursos retóricos originales… que luego se convirtieron en aburridos: “los esforzados de la ruta”, “los jornaleros de la gloria”, “el descenso a tumba abierta”…

Tanta rutina se adueñó de ese lenguaje, que el mundo del ciclismo se organizó para cambiar la imagen que con él se transmitía de este deporte. Lo contó el cronista de El País Carlos Arribas en un reportaje publicado el 23 de diciembre de 1997 y que se tituló precisamente “Prohibido decir serpiente multicolor”. (http://elpais.com/diario/1997/12/23/ultima/882831602_850215.html).

Organizadores, equipos y ciclistas se habían dado cuenta de que otros deportes se tecnificaban, y que sus nuevos narradores no ponían ya el acento en furias ni arreones, sino en tácticas, estadísticas, tecnología, análisis matemáticos. Así, las fuerzas vivas de la bici pidieron a los reporteros que pensaran más en los pulsómetros y sus datos, en la relación entre peso y potencia, en el material de las bicicletas, en la masa muscular del ciclista… Se trataba de modernizar un deporte tenido hasta entonces por básico, patrimonio del esfuerzo pero no de la inteligencia.

La verdad es que tal propósito se cumplió en gran parte. Ahora rara vez se oye aquello de “la serpiente multicolor”; casi nadie se las da ya de fino estilista con esa metáfora, antes reiterada hasta el aburrimiento.

Por otro lado, el léxico del ciclismo nos dejó, entre otros hallazgos certeros, dos adjetivos sustantivados que aún nos sirven para nombrar (sin pretensiones de estilo, sino de mero enunciado) a dos tipos de corredores de muy opuesta consideración: el “gregario” y el “chuparruedas”. Dos funciones que --tan descriptivas, tan precisas, tan extrapolables-- han extendido su uso a otros terrenos de la vida, en los que abundan tanto los colaboradores nobles como los listillos aprovechados.