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Lo normal es que gane Portugal

Portugal lo tiene todo a favor para ganar: juega en campo contrario, con un público en contra, un árbitro en contra (ya vimos el de la semifinal) y con el ex jefe del garito, Platini, en contra. Además, tiene en contra a toda la crítica deportiva europea que ve en Francia la quitaesencia del fútbol, aunque Rumanía le ninguneó, Albania le tuteó y Alemania le bailó antes y después de un sospechoso penalti. La crítica francesa se ceba con Portugal porque, dicen, aburre, seguro que extasiada con el juego francés en las pachangas de los entrenamientos; un mediocre como Rothen se mofa de Portugal y el ejemplo de deportividad, Henry -el de la mano de la vergüenza- también minusvalora a Portugal; de la crítica española qué decir: Croacia se convirtió en la mejor selección cuando ganó a España, pero tres días después defraudó las expectativas. Es que le había ganado Portugal. Similar transmutación aconteció con Gales, de la excelencia a la vulgaridad, según la crítica, en cuanto pasó por el filtro portugués.

Los futbolistas lusos no son unos tuercebotas -segundones de la selección triunfan en la liga francesa-; ni mediáticos, pero son buenos, algunos muy buenos y uno extraordinario. Con tanto desprecio y a poco que le acompañe la suerte de los campeones, lo normal es que gane Portugal.