Arnau Baqué

Un nuevo planeta

La del jueves tarde fue la primera Junta de Accionistas de la “era Chen”. Un verdadero baño de masas para el mandamás asiático, quien asistió visiblemente emocionado ante tal acto y en el que también estuvo presente la nueva cúpula directiva de la entidad, desconocidos todos ellos por el gran público hasta la fecha, a excepción de Ramón Robert.

La Junta fue un baño y masaje para la nueva directiva. Con unos accionistas asistentes muy ilusionados y ansiosos por empezar a recoger los frutos de los nuevos cambios de la entidad, acogieron con aplausos múltiples las explicaciones llevadas a cabo por Chen Yansheng y el consejero delegado. Un plan cuadrienal llamado Espanyol 2020 fue presentado a bombo y platillo, trazando las líneas maestras de actuación para conseguir el relanzamiento deportivo y económico de la entidad. Si no fuera por los múltiples desengaños que los accionistas hemos vivido a lo largo de la última década, por poner un simple ejemplo, en las que nos perjuraron que en dos años ya no habría necesidad de ulteriores ventas, con promesas que cayeron en saco roto, mi sentimiento seguramente hubiera sido de alegría desbordante, pero ya estoy avezado al escepticismo.

Quiero ser escéptico, no como método crítico sino como mecanismo de prevención. Acostumbrados a una miseria empresarial galopante y que cada año ha ido acrecentándose, la esfera en que los nuevos dirigentes pericos nos situaron ayer nos parece una galaxia sideral. Por ello, acostumbrado a tocar con los pies en el suelo, necesito tiempo para analizar poco a poco el desarrollo de este proyecto, que tiene muy buena pinta, pero que empieza a tener justo ahora un bautismo de fuego, sobretodo en el apartado deportivo, una vez se ha empezado a encauzar la vertiente económica.

Esta es la primera Junta con la oposición absolutamente diluida. En una vorágine frenética de compraventa de acciones, las voces discordantes hasta el momento, en la que humildemente me incluyo, hemos quedado diluidos dentro de una amalgama de microaccionistas, que dibujan un panorama accionarial insólito hasta la fecha, puesto que la tónica histórica del club era la división de bloques y la atomización accionarial. Una tendencia la actual que parece ser acogido por el público y aficionado como muy ilusionante, pero que genera sus riesgos inherentes, al no existir un bloque que pueda hacer de contrapeso accionarial. En definitiva, el Espanyol dibuja un nuevo horizonte, un nuevo planeta como el anuncio reza, una nueva realidad histórica, todo ello a una carta. El club deja de estar en manos pericas y eso ya prácticamente va a ser irreversible, así que toca asumirlo y apoyar el nuevo proyecto de la mano de Rastar, deseando que el cambio sea un cambio para elevarnos a la grandeza del olimpo futbolístico.