LeMond y Museeuw: dos historias de resurrección
Greg LeMond regresaba al Tour en 1989. Lo había ganado en 1986, pero al año siguiente casi pierde la vida en una cacería de pavos cuando su cuñado, Patrick Blades, le disparó accidentalmente 60 perdigones, de los cuales 35 permanecen en su cuerpo. El estadounidense volvió enrolado en el modesto equipo belga ADR, más diseñado para clásicas que para el Tour. Aun así supo agarrarse a la carrera y remachar a Laurent Fignon en la crono final de París. Era su segunda victoria.
Entre los compañeros de LeMond había un joven flamenco de 23 años, Johan Museeuw, con un único triunfo: una etapa en la Vuelta a Bélgica. LeMond y Museeuw separaron sus caminos en 1990. El americano fichó por el equipo Z y el belga por el Lotto. La cuarta etapa de aquel Tour visitaba por primera vez Mont Saint Michel. Museeuw logró allí su primer triunfo de prestigio y repitió en los Campos Elíseos, en cuyo podio se reencontró con LeMond, que culminaba su tercer título.
Museeuw sólo logró esas dos etapas en el Tour, en once presencias, pero fue el arranque de un glorioso palmarés con más de cien victorias, entre ellas tres en el Tour de Flandes, tres en la París-Roubaix, un Mundial, una Amstel...
El belga, igual que LeMond, tiene su propia historia de resurrección. Tras ganar su tercer Flandes en 1998, se fracturó la rodilla izquierda en el Bosque de Arenberg en la París-Roubaix. Sufrió una infección, que unos relacionaron a excrementos de animales y otros al dopaje, y se barajó la opción de amputarle la pierna para salvarle la vida. Museeuw se recuperó y reconquistó Roubaix en 2000. La foto ha pasado a la historia del ciclismo: con la pierna levantada y señalándose la rodilla.