Su tobillo de él
La aversión de algunos periodistas deportivos contra los artículos se manifiesta de dos formas: o los suprimen directamente, o los sustituyen por un posesivo.
Los mismos que suelen decir “jugará bajo palos”, “sube por banda derecha” o “centra con pierna izquierda” (comiéndose los artículos) prefieren también expresiones como “el defensa ha tocado el balón con su mano”, “Keylor se ha operado de su tendón de Aquiles”, o “Morata tiene un edema en los isquiotibiales de su pierna izquierda” (supliendo los artículos por adjetivos posesivos).
Pero vamos a ver: ¿Puede alguien lesionarse en el tobillo de otro? ¿Es posible que suframos una lesión en el talón de un contrario? ¿Le pueden doler a alguien los isquiotibiales del árbitro? ¿Qué sentido tiene decir “se lesionó en su pierna”?
El principio de la economía de recursos rige nuestra lengua desde hace siglos. Así, no tiene sentido decir “subió arriba” ni “bajó abajo”, como bien sabemos y como bien solemos recordar a quien cae en tamaña desatención. Ni “carbón negro” ni “nieve blanca” ni “absolutamente repleto”. Ni “se aprobó por la unanimidad de todos” ni “se le hizo la autopsia al cadáver”. Esas construcciones se llaman pleonasmos.
Las convenciones que hemos establecido entre todos (sin darnos cuenta) establecen que cuanto figura en un mensaje (y más si se trata de un mensaje periodístico) debe ser relevante (o pertinente). Si alguien dijera que “este periódico impreso se publica en papel”, estaría utilizando una fórmula que dejará confuso a quien le escuche: “¿Acaso se publican diarios impresos en un soporte que no sea el papel?”.
Si un camarero nos ofrece “una limonada de limón” pensaremos que está chiflado; porque todas las limonadas son de limón (a condición de que sean limonadas). Pero si nos propone “una limonada de limón caribeño”, entenderemos que también sería posible beber una limonada hecha con limones de cualquier otro lugar. En ese caso, “caribeño” es una palabra relevante.
Sin embargo, Keylor Navas no puede operarse de mi tendón de Aquiles, ni Morata dolerse de nuestros isquiotibiales, ni un defensa será capaz de hacer un penalti con la mano de un primo suyo.
Con esos casos vemos unos cuantos ejemplos más del dialecto que han ido construyendo algunos periodistas cuando trabajan. Y solamente cuando trabajan. Porque a ninguno de ellos se le ocurrirá decir en su casa “a mi hija le duele su tripa” o “a mí me duele mi cabeza”.