La solución la tenía un central
El asedio de España sobre la República Checa fue brutal: 72% de posesión contra 28%. La defensa de cinco planteada por los checos, con cuatro medios por delante, fue bastante sonrojante, aunque es verdad que mostró orden, agilidad y contundencia. Por otra parte, se esperaba un rival así, empeñado en cerrar a Nolito y Alba con dos laterales derechos, en secar a Iniesta a cualquier precio, y en cuerpear con Morata en cada pase al área. España mandó desde el primer minuto, aunque quizás hubiera demasiado mediocampismo (el 45% del juego fue por esa franja) llevado por ese manejo de Iniesta-Cesc-Silva que por momento pareció inocuo.
En la primera parte Morata tuvo el gol más claro, incidiendo España con buen criterio en entrar por las bandas de Juanfran y Alba. El lateral del Atlético estuvo muy vivo hasta el descanso, igual que al otro lado el lateral del Barça apoyado en un Nolito quizás algo desdibujado por la ansiedad de hacerlo bien.
En la segunda parte había que buscar fórmulas originales para tumbar a los checos. Los de Vrba apenas llegaron un par de veces a De Gea y renunciaban a todo. Del Bosque tiró de Thiago en busca de mayor creatividad y para deja a Iniesta que diera un paso adelante. Y también tiró de Aduriz, y después metió a Pedro recargando la banda izquierda como vía principal de entrada (42% del ataque cayó por ese lado).
Veinte remates habían sido infructuosos hasta ese momento. Resultaba desesperante que se desperdiciaran las ocasiones. Lo fue hasta que apareció Piqué, el factor sorpresa, para rematar a la red. La solución la tenía un central.