Los pases ganados de Messi
Ese festival de fútbol y gradas que fue la final la Copa tuvo dos enormes perlas, esos pases ganados de Messi. El fútbol, como la vida misma, se resuelve con voluntad e ingenio; no es necesario luchar más allá de lo humano, es el arte (el arte de imaginar, el arte de combinar, el arte y el azar) el que resuelve las cosas una vez que las dificultades no dejan ver el bosque. Y a ese arte de combinar para resolver, de crear para abrir puertas, se ha asociado el extraordinario jugador rosarino. Messi ha abandonado el egocentrismo de las cifras (cuántos goles marco, cuántos premios me dan) por la generosidad de pasar, y de eso ha hecho un arte que el domingo por la noche tuvo su altar en el Vicente Calderón.
Cuando hizo aquel pase parabólico (y fue además una parábola del pase) a Jordi Alba dejó al público con la certeza de que había asistido a una metáfora mayor del fútbol, propia de pasadores ilustres como Di Stéfano, Zidane o Romario, que cuando no se entretenían con lo suyo hacían que los otros remataran su genio. Y cuando le dio a Neymar la oportunidad de coronar un partido en el que tuvo la frescura de atreverse a romper las filas del Sevilla, Messi hizo otra vez la cabriola del genio: en un palmo de terreno dibujó un soneto futbolístico inolvidable. El gol fue lo de menos, el arte estaba en el origen del pase.