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Del Cerro acertó en las rojas

Que gusto da ver a un árbitro que pasa de los jugadores en acciones tontas pero que cuando hace falta se nota que hay juez en el campo. Eso es lo que hizo, anoche en el Vicente Calderón, Carlos del Cerro Grande que, además, fue valiente en los momentos decisivos del encuentro.

En el primero tiempo sólo hubo dos jugadas importantes, al margen de escaramuzas varias típicas de estos encuentros. En el minuto 25 hay un centro al área que persigue Iborra, estando en línea y no en fuera de juego, se adelanta a la defensa, no toca el balón, que va a Gameiro quien, en cambio sí está en orsay y está bien señalado el fuera de juego por el asistente.

En el 36’, Gameiro es agarrado por Mascherano fuera del área, que le suelta antes de entrar en la misma en lo que era una manifiesta ocasión de gol porque ya encaraba la meta de Ter Stegen. La falta se produce fuera del área y la expulsión del defensa argentino del Barcelona es totalmente justa.

En la segunda parte, en el minuto 80 no hay falta de Alves dentro del área y sí mano de Iborra, en su intento de remate con la cabeza, que intercepta el balón. Y en el minuto 90’, Banega zancadillea a Neymar, en posición correcta, cuando éste encaraba la portería también en una manifiesta ocasión de gol pero la falta se produce fuera del área.

En la prórroga no hubo jugadas conflictivas. Sí es verdad que Del Cerro tuvo que mostrar muchas tarjetas, todas justas, por la intensidad con la que se aplicaron los jugadores de los dos equipos. También, como detalle anecdótico, hay que destacar que el colegiado madrileño tuvo que ser asistido, aquejado de calambres, dada la paliza que se dio durante los 120 minutos que duró el encuentro.

Lo peor de lo visto anoche en el Calderón fueron las continuas protestas, de los dos equipos, por cada falta en la disputa del balón y así pasó cuando Carriço, en el minuto 120, hace una entrada a Messi merecedora de amarilla y tras la misma le protesta haciendo aspavientos, desmedidos, y fue correctísimamente expulsado.

La verdad, y hay que decirla, es que Del Cerro dejó jugar pero castigó la mala intención, las entradas que buscaban el contacto con el adversario y ningún equipo se podrá quejar de la neutralidad del árbitro madrileño en todas sus decisiones, muchas difíciles. Los pequeños errores fueron superados por un arbitraje serio, sobrio, elegante y, sobre todo, dio tanto él como sus asistentes una lección de cómo hay que arbitrar un partido de la importancia y la trascendencia de una final de la Copa del Rey. Creo que será de los mejores arbitrajes que hemos visto en toda la temporada. Enhorabuena.