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Bucarest: los recuerdos de aquel título

Bucarest. Recuerdo llegar al estadio. Lo hicimos como siempre, cantando, golpeando el cristal, la mesa, motivadísimos. Cuando aparcó el autobús, recuerdo ver a toda nuestra gente, a la afición, animando, apoyando: qué chute de energía. Recuerdo pisar el césped del Nacional por primera vez, con la derecha, santiguándome, después de dejar la camiseta perfectamente colgada en la percha. Recuerdo estar ya dentro, en el vestuario, y sólo pensar algo: empezar. Recuerdo que aquella fue la final de Falcao y que el Atlético estuvo bien, muy, muy bien. Recuerdo cuando el árbitro pitó el final y nos fuimos todos a una portería para tirarnos de golpe. Y recuerdo el abrazo a Muniaín y sentir pena porque éramos dos españoles los que nos enfrentábamos y uno había perdido aquella final.

Bucarest. Recuerdo mantear a Simeone y la foto con Óliver, el hijo de Juanfran. Y recuerdo pensar, sentir, que aquello continuaba Hamburgo, lo de la primera Europa League. Pero, sobre todo, si algo recuerdo, es un momento: levantar la Copa. Gabi estaba a mi lado, le miré y le dije: “La levantas conmigo”. Y lo hicimos. Yo no había jugado un minuto, él todo el partido. Era segundo capitán, fue darle el testigo. Recuerdo Neptuno al día siguiente. Me siento un privilegiado por ponerle la bufanda: sólo lo hace el capitán. Y cuando estás arriba, miras y ves tanta gente, es inolvidable: similar a levantar la Copa. Ahora siento envidia sana de Gabi. O no. Porque si algo me quedó de Bucarest no son recuerdos, sino hermanos, muchos. Juanfran, Godín, Filipe, Gabi, Koke, Tiago. Y me siento orgullosísimo de ellos.