Fiebre tifoidea
Los mosaicos que se muestran en los prolegómenos de un partido se empiezan a llamar por aquí tifos. Antes se denominaban mosaicos, porque componen figuras que resultan reconocibles desde lejos mediante diversas piezas pequeñas de distintos colores. Pero el gusto español por cualquier expresión extranjera está permitiendo que tifo ocupe el lugar de mosaico.
¿Y de dónde viene ese término?
El camino de tifo tiene, calculando a ojo, más de 2.000 años, porque nos llega desde el griego clásico. Y asómbrese usted: tifo y tifus proceden del mismo origen heleno: typhos (leído tifos), que en el idioma de los grandes filósofos significaba “vapor”, “calentura”, “fiebre que provoca ofuscamiento”. Se entiende por tanto su aplicación moderna a los hinchas.
Tifo equivale en el italiano actual a “pasión deportiva encendida y entusiasta, sobre todo en cuanto se expresa en grado de excitación por ser partidario de un equipo o atleta”, según traduzco del diccionario Treccani (el de referencia en italiano). Y de esa pasión o tifo deriva el adjetivo tifoso (plural, tifosi), al añadirse a la raíz el sufijo –oso que en italiano forma adjetivos en los que se evoca una acción, como caloroso (que proporciona calor) o premuroso (que proporciona cuidados). Vemos así que el sustantivo tifo se vincula estrechamente con el verbo hacer: “Fare il tifo per la Juve” significa “ser forofo de la Juve”.
Y en esa idea de hacer que necesita el término tifo tenemos una buena clave de lo que nos ha pasado.
Un periódico de Milán o de Roma puede contar en su crónica del partido que se hizo el gran tifo en favor del equipo local, pero en italiano “fare il grande tifo” no significa “construir un gran mosaico”, sino apoyar apasionada y visiblemente.
Consulto a mis amigos periodistas italianos Josto Maffeo y Francesco Manetto y me confirman que el sustantivo tifo no se usa en Italia como equivalente de nuestro mosaico (allá denominan a esa composición “scritte formate da cartoncini” o “coreografia di cartoncini”). Así que los tres convenimos en que quizás se originó el error de los diarios españoles en una mala traducción de algún pie de foto de la prensa italiana donde se hablara de “fare el tifo” (que no es “hacer un tifo” sino animar con pasión) acompañado de una imagen de la grada mientras componía un mosaico.
Y ya se sabe que los errores se contagian como el tifus.