De Bruyne no es fruta madura...

La idea del City estaba clara. Ir al Bernabéu sin encajar un gol. Se arriesgó poco y la decoración, la magia, quedó a cargo de Silva y, sobre todo, de De Bruyne tras la lesión del primero. Era una de esas noches en las que se podía cambiar la jerarquía mundial. Un buen partido del belga hubiera confirmado la impresión de que está a punto de convertirse en uno de esos futbolistas especiales. Apareció en todas partes, siempre entre líneas, triangulando, el mejor amigo de Navas, del Kun, de Silva. A Pepe le ganó dos carreras y la segunda le costó una amarilla al central. Pero, retrasado en exceso en varios momentos de la primera mitad, perdió tres balones que puso en aprietos a sus centrocampistas. De hecho, en un mal pase del belga, Silva paró a Bale en falta, le sacaron amarilla y el canario se lesionó.

Sin momento para enmarcar, De Bruyne se dejó contagiar por la timidez de su equipo que no sabía abrir la sólida defensa del Madrid y empezó a echarse atrás con sus compañeros mientras el Madrid crecía irremediablemente. Su último pase no llegaba bien, no ayudaba a sacar al equipo de la presión del Madrid y no defendió con intensidad: se le fue Lucas Vázquez en la jugada que acabó en cabezazo al larguero de Bale. La súper estrella estaba en el otro equipo: Gareth Bale. De Bruyne no es fruta madura, pero le queda una segunda oportunidad para ayudar al City a dar el paso adelante que no supo dar en el Etihad.