Pitufín y Lucho, de la calle Del Bierzo al cielo
Barcelona vs Sporting en directo
La de Luis Enrique y Abelardo es una historia de película. Nacieron en la misma calle (Del Bierzo) del mismo barrio (El Pumarín), fueron al mismo colegio (Elisburu) y empezaron a dar patadas al balón en el mismo equipo de fútbol sala, el Xeitosa, donde los descubrió José María Brito. Por hacer, hicieron el mismo día la Primera Comunión y la celebraron en el mismo restaurante, ‘La Olla’. Al inicio significaron tanto el uno para el otro que ellos mismos se pusieron los diminutivos que les acompañaron toda su carrera. Luis Enrique llamó pitufín al central, que con 15 y 16 años apenas llegaba al 1,60. Luego creció 23 centímetros de una tacada (“me dolía todo y no engordaba nada, era un palillo andante”). El Pitu devolvió el cumplido bautizando a Lucho por su parecido en el juego con un delantero mexicano esos días del Sporting: Lucho Flores.
Aunque en la adolescencia iban en pandillas diferentes, compartieron hasta fiascos. Su primera experiencia en Mareo no fue buena. Con 14 años, demasiado delgaditos para lo que se requería, tuvieron que irse. Fueron a parar a La Braña. Fue entonces cuando el Oviedo vino a por Luis Enrique. Carlos García Cuervo intervino para que la fuga no se consumase. El hoy entrenador del Barça tuvo que esperar a que su padre, camionero, llegase a la una de la mañana del trabajo para dar el visto bueno a su regreso a Mareo. Un paso que volvió a dar con Abelardo, que había pasado de La Braña al Estudiantes. Ambos debutaron con Chuchi Aranguren y formaron parte del Sporting que, a las órdenes de Ciriaco Cano, consiguió la última clasificación europea de su historia en 1992. Ciriaco, cosas del fútbol, había sido el responsable de su primera marcha del Sporting.
También hay detalles que los separan. Abelardo hizo BUP (luego empezó Derecho) y Luis Enrique, Formación Profesional (“los padres deberían obligar a los hijos a estudiar”, mantiene ahora el técnico del Barça). A Lucho le libera el deporte extremo: maratón y triatlón. Abelardo, mientras, es amante de las cenas entre amigos y un habitual de la pocha, a la que juega con sus jugadores en las concentraciones. Se separaron cuando el primero fichó por el Madrid en 1991 pero, después de ganar juntos el oro olímpico en los Juegos de Barcelona, se reunieron en el Barça en 1996. Entonces Abelardo ya llevaba dos años en la Ciudad Condal y había vivido la traumática destitución de Cruyff, a quien siempre vio como alguien especial (“ibas con ganas a los entrenamientos, cada día había algo diferente”). Juntos ganaron dos Ligas, dos Copas y una Recopa. El central dejó Can Barça en 2002 sentenciado por Van Gaal. Como técnico, Abelardo se ha agarrado al perfil bajo: Tuilla, Candás y Sporting B. Para llegar al Barça, Luis Enrique dirigió al filial, al glamouroso Roma y al Celta.
Un compañero de vestuario común de sus años en el Sporting, también entrenador de fútbol de élite hoy, reconoce las personalidades de los dos. Cuenta que Abelardo es adorado en Mareo por los técnicos jóvenes y es guía espiritual de los yogurines. De Luis Enrique avisa: es lo contrario a lo que se ve en las ruedas de prensa. “Un buen tío; más, un crack”.