De la aspirina al Fortasec
Que el Espanyol es el equipo aspirina de Primera —no gana en casa de un colista desde 2003— ya es un cartel que se le queda corto a los pericos. Es pura inyección de adrenalina para rivales desahuciados, acaso una dosis de morfina que revitaliza de un modo engañoso poco antes de morir. Pero, en esta ocasión, la derrota contra el Levante aporta un añadido: el miedo que hace semanas parecía desterrado al fantasma del descenso. Así que ni aspirina, ni adrenalina, ni morfina. Lo que necesita el Espanyol urgentemente es Fortasec. O lo que es lo mismo, cortar esta reaparición del pavor para sumar esos tres puntos (¡solo tres puntos, oiga!) que necesita para sobrevivir otro año. Y reconstruirlo casi todo.
Lo preocupante de anoche es cómo un conjunto casi descabalgado de la permanencia le ganó a los pericos en la pizarra. Los dos goles fueron a balón parado, la medicina que les había favorecido las tres últimas jornadas. Fallos imperdonables en un sistema defensivo que sigue sin bordar ciertos automatismos tras 33 jornadas. O 18, si se cuentan las que lleva Galca. De nada sirvió el golazo de Hernán previa asistencia de Víctor Sánchez a lo De la Peña.