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Todo a las piernas de Gameiro

Un partido que estorbaba, una alineación sorprendente pero no tanto y una derrota casi previsible. Así podría resumir el Sevilla su partido en Valencia. Ya en la previa parecía muy difícil mantener el nivel de concentración e intensidad del jueves en San Mamés. La confirmación llegó desde el primer minuto. Al Sevilla le costó entrar en calor y mientras el Valencia multiplicó sus oportunidades a los de Emery no les dio tiempo ni de interpretar el nuevo dibujo. Cristóforo estuvo perdido como interior y el rombo no resultó como creía el técnico. Atrás, además, el equipo estuvo cándido. Fazio, que podría ser pieza decisiva el jueves ante la baja de Tremoulinas, hizo una mano muy rara. Juan Muñoz saltó en la barrera como prohíben todos los estándares y a Sergio Rico le metieron otra falta directa. Es una de sus cruces.

Luego el Sevilla cambió. Gameiro es un demonio e hizo el empate. En las piernas del francés están buena parte de las esperanzas y las opciones del Sevilla de hacer algo grande esta temporada. Que desde luego, no será en la Liga. Por eso resultó lógico que se le le protegiese en el banquillo. La derrota en Mestalla sentó mal porque fue muy al final y para entonces el partido ya estaba equilibrado. Pero era un mal asumible. Y aunque Emery esté impecable y exigente en el discurso de puertas hacia afuera y apriete para alcanzar al menos el sexto puesto, la realidad le lleva por otros caminos. En realidad, por el mismo de siempre. Su Europa League.