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Ahora quiero ver al campeón

Como bien dijo Laso nada más acabar la batalla con el Khimki: “Después de todo lo que nos ha pasado este año es como para estar contentos, aunque ya sabemos que con el Fenerbahçe será otra guerra”. Es cierto que el vigente campeón de Europa no puede presumir de haber entrado en el Top-8 como último de grupo y con el factor cancha en contra. Pero se ha pagado una planificación errónea con una plantilla excesivamente larga (tener 15 jugadores en nómina no ayuda a crear una dinámica de grupo) y por eso al final Laso terminó tirando en el Día K (el del Khimki)­ de los verdaderos pesos pesados y artífices de este Madrid: los dos Sergios, Felipe Reyes, Carroll, Rudy, Nocioni y Ayón. Y a ellos hay que añadir la sangre joven de Willy que, para mí, fue determinante ayer ante la tropa de Ivanovic. Willy nos enseñó el camino con su fortaleza en defensa.

El partido iba camino de ser un festival de triples hasta que Laso entendió que con Rice (nuestro verdugo en la final de la Euroliga ante el Maccabi hace dos años) ese intercambio de fuego lejano nos podía llevar al suicidio. Al final, en este deporte lo de defender es tan importante como en el fútbol meter goles. En los dos últimos cuartos se hizo con energía, poder de anticipación y mucha agresividad. El Khimki­ fue desapareciendo mientras que Nocioni, Ayón y Reyes se hacían dueños de las zonas. Especialmente don Felipe. A sus 36 años, es el capitán con más futuro que conozco del básquet europeo. Con él podemos desafiar a los turcos en el infierno de Estambul...