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El Niño nunca está de más

El Atlético ya no renovará jamás al Fernando Torres que dejó marchar, su mejor versión. Se supone que nadie trata de engañarse. Tan claro como que retenerle no representará capricho o caridad, el agradecimiento a quien, pese a que un día se fue, dio muestras sobradas y conmovedoras de pertenencia y compromiso. Aunque bastaría como coartada, porque ese rol espiritual sobre la hinchada suma. Su sola presencia entusiasma y contagia. Y esas cosas, el Cholo las conoce y las valora.

Pero ni siquiera es el caso. Torres, lo que le queda de futbolista dentro del símbolo, todavía es conveniente para el Atlético. Su continuidad es útil y recomendable. Lo ha demostrado. Más allá de su pecado confeso (exageradamente, porque fue más culpa de Brych que de su propio ímpetu) de apartarse de una eliminatoria que estaba destinada para él, el Niño se las sigue apañado siempre para estar y que se note. Las pruebas están grabadas en partidos como el del Camp Nou. Su renovación, eso sí, no reduce la necesidad imperiosa de incorporar más gol, contratar otro nueve mayúsculo. Pero Fernando se ha ganado quedarse. Si quiere.