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Atacar sin defender

Las flojas defensas peruanas, un mal endémico.

Tragedia la del fútbol peruano. Ya lo hemos dicho en este espacio, aunque bastaría con ver los partidos, con leer las crónicas, con estar allí. Ayer, el Sporting Cristal jugó en Buenos Aires ante Huracán en un duelo en el que el vencedor estaría a un paso de la segunda ronda de la Copa Libertadores. Como en Lima, en el partido en que los peruanos se impusieron por 3-2, el Cristal fue el mejor, el que generó más peligro y el que consiguió hacer un juego asociativo interesante en el último cuarto del campo.

El problema estaba cuando tenía que defender. Lo desastroso de la defensa fue directamente proporcional a lo fluido del ataque en algunos momentos. Aunque a veces fue peor. Huracán, un equipo francamente flojo y que se apoyaba exclusivamente en su gran figura, el delantero Ramón Ábila, lograba generar peligro con cada balón que ingresaba al área celeste. No importaba si era por alto, a ras de suelo, con fuerza o sin ella: la defensa peruana miraba cómo la pelota pasaba a su lado, hacía movimientos torpes y descoordinados, como un equipo que no se ha preparado correctamente para una cita internacional.

No sería una tragedia si se tratara de una mala noche, de desconcentraciones momentáneas, de torpezas que pueden suceder de vez en cuando. Pero sí lo es porque es un problema endémico del fútbol peruano, en general, y del Sporting Cristal, en particular. El equipo limeño no clasifica a octavos de final desde el 2004, y todo parece indicar que la mala racha se prolongará un año más. Y en gran medida esto se debe a que defiende realmente mal, a que hace muchos años no tiene un par de centrales sólidos o un portero que dé confianza. ¿Es tan difícil fichar jugadores que defiendan bien?

Parece que sí, lo que tiene que ver con un grave defecto formativo en las divisiones menores del fútbol peruano. Lo podemos apreciar en la selección, en la que hay un central consolidado –Carlos Zambrano-, otro que está intentando hacerse un espacio, también en Alemania, -Carlos Ascues-, y poco más. Si tenemos en cuenta que tampoco se trata de dos grandísimos jugadores, podemos decir que hace más de diez años que el Perú no saca una defensa seria, sólida, que dé garantías. En un país en el que hay casi 30 millones de personas, ¿es tan difícil conseguir cuatro centrales interesantes? Y, volviendo al Cristal: si es que no hay jugadores en las canteras, ¿tan complicado es conseguir un par de defensores extranjeros seguros y con experiencia?

No hay que tener a un súper director deportivo para hacerlo, ni al mejor formador de menores: sólo hace falta un poco de sentido común. Pero encontrar eso, en el fútbol peruano, es como hallar un iceberg en el desierto.