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Brasil hoy está fuera del Mundial

James y Bacca. Colombia sonó a fútbol español en su resurrección arrolladora. Fue uno de los grandes beneficiados de la doble fecha por las Eliminatorias sudamericanas para Rusia 2018. Sobrevivió el jueves a la prueba de altura en La Paz, con juego y bombonas de oxígeno, y luego, ya en Barranquilla, pasó por encima de Ecuador, que lideraba la tabla. Dos victorias que le devuelven el aire en una clasificación que ahora se comprime. Dos triunfos que encumbraron al exsevillista Bacca como el nuevo nueve, el puesto que parecía perdido, que de repente en Colombia se había quedado sin gol. Marcó tres veces y, especialmente en el primero del martes, de maravillosa maniobra. Y también se coronó el madridista James, que lideró con su zurda exquisita el toque de corneta. “Cuando uno juega y tiene el apoyo de todos, se nota”, recitó luego a modo de mensaje reivindicativo hacia el otro lado del Atlántico. Se salió.

Pinilla. El retorno al nueve alto y de referencia, una especie que Sampaoli había hecho desaparecer de su mapa, fue la principal aportación de Pizzi en su estreno al frente del campeón de América. Por la lesión de Larrondo, no empleó el plan frente a Argentina, donde se estrelló con Alexis de ariete y un clásico enganche por detrás de él que nunca dio vuelo. En Venezuela ya sí tiró de un delantero centro gigantón, de los de toda la vida, rompió con el mediapunta, y enderezó así un barco que heredó complicado. Chile no se pareció al último Chile, no demostró exactamente a qué juega, o qué pretende, pero sí exhibió contundencia en el área. Se la dio Pinilla, el acrobático trotamundos hoy del Atalanta, el del palo en el Mundial frente a Brasil. Bueno, y Vidal, que se sumó a la fiesta, ésta vez sí al fin sobre el césped, para tomar el mando, asociarse y desplegar su devastador ida y vuelta.

Luis Suárez. Incluso sin Godín y Giménez en el centro de la defensa, un agujero enorme, porque su fútbol se construye directamente por ahí, Uruguay se las apañó para hacer lo que mejor sabe: competir y obtener resultados. Con Tabárez dando instrucciones apoyado en su bastón (una extraña imagen que le acerca más al malo de una película de James Bond que a la de un entrenador), la celeste remontó el viernes una cita que tenía perdida ante Brasil y se deshizo luego de Perú el martes con lo justo. Sobre todo, claro, porque volvió Luis Suárez, que en Pernambuco y en Montevideo estuvo espectacular. Un abrelatas incorregible. Cavani lo agradeció.

Neymar. El que sale lastimado es Brasil, otra vez fuera de la clasificación directa para el Mundial, incluso del repechaje. Y eso que ante Uruguay concedió un primer tiempo abrumador, exquisito, donde enmarcó un gol maravilloso, candidato desde ya al mejor del año, una obra de arte del amago de Renato Augusto, tras un regate al portero sin tocar el balón (si no lo han visto aún, acudan a youtube y guarden). Pero al final, como es un desastre defendiendo, no pasó del empate en casa (perdió además por tarjetas a un Neymar del que su propia gente empieza a estar hasta la coronilla) y tampoco en Paraguay. Y encima de milagro, porque mereció salir goleado. A última hola rescató un empate hablando también español: con un tanto al rechace de Oliveira y otro, agónico y además golazo, de Dani Alves. Pero mal. Muy poco.