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Para emoción, la Eurocopa

El Gran Canaria afrontó ayer un encuentro tremendo. En Estambul, frente al Galatasaray. Ida de las semifinales de la Eurocopa de baloncesto, una competición para nada menor aunque su rango sea inferior al de la Euroliga. En la Eurocopa no estarán los mejores equipos del continente, pero sí muchos de nivel Euroliga. Los ejemplos sobran: Maccabi, Milán, Limoges, Zielona Gora, Estrasburgo y Bayern Munich proceden de la Euroliga de esta temporada; incluso los dos últimos disputaron al Madrid la clasificación en la primera fase del torneo. Así pues, el alto nivel de la Eurocopa está garantizado; el interés, más aún. Desde hace dos rondas se disputa bajo el sistema de eliminatoria a ida y vuelta, donde manda la diferencia de puntos.

Esta emoción no la tiene la Euroliga. En los partidos a ida y vuelta, la diferencia jamás es suficiente. Quien va ganando, quiere más para blindarse en la vuelta; quien va perdiendo, necesita reducir la diferencia para no hacerla insalvable en el siguiente partido. La intensidad del juego nunca se reduce. Cada punto cuenta. En los playoff, en cambio, sólo contabiliza la victoria, y la actitud se relaja si se abre brecha en el marcador. Aquí, no. Aquí, los dos equipos se jugaron su futuro en cada canasta. De estar cerca de dar el golpe definitivo el Galatasaray, se pasó a poder salir con vida el Gran Canaria en una de las canchas más pasionales que pueda haber. Con este sistema, minutos de la basura ni uno. Un modelo que hace del baloncesto un espectáculo.