Como siempre, Johan tenía razón: “Sólo queda levantarse y aplaudir”
Se va Cruyff, queda Johan. Una colección de novatos que miraban con veneración a los mitos del oficio como Fernando Borderías (del que ayer se cumplió un año de su muerte) empezaron a llamar Johan a Cruyff porque no sabían pronunciar correctamente su apellido y porque ofrecía una proximidad extraña. La de un genio que cada vez que hablaba contigo rompía una barrera de forma voluntaria. De esa manera Cruyff se convirtió en Johan y puede que Cruyff haya muerto, pero Johan seguirá estando siempre, porque su aportación a una manera de entender el fútbol y la vida se quedará para siempre.
Lo hizo fácil. Con su lógica aplastante, Cruyff hizo el fútbol fácil para todos. Frases como “si Manolo es bueno en el desmarque, pues no lo marca nadie”; “lo importante es marcar un gol más que el rival”; “a Zamorano lo marcará Ferrer porque sabemos que no le va a ganar ni un balón por alto, pero por lo menos molestará”; “si tú tienes la pelota, el contrario no la tiene y no te puede hacer gol”; “si te meten un gol de vaselina por jugar como portero adelantado, te levantas y aplaudes” eran tan simples que ayudaron a que el fútbol fuera, como dijo ayer Lineker, un deporte más bonito de lo que ya es.
Difícil. Toda esa facilidad para entender el juego era aspereza cuando de lo que se trataba era de congeniar con los del puro, con los del despacho. Cruyff ahí si que era implacable. Era el Johan de “el dinero en el campo, no en el banco”, el de “no se puede trabajar en un estadio que siempre está en obras” o el que, sin cortarse ni un pelo cuando Holanda y España jugaron la final del Mundial, se mojó a favor de España levantando todas las ampollas posibles en su país de origen.
Jugador del pueblo. Y es que Cruyff siempre fue fiel a su origen. Él llegaba del pueblo. Del fútbol de la calle, de esos partidos en el que los flaquitos como él tenían que ser rápidos y veloces para evitar las tarascadas de los mayores. “El asfalto de la calle duele mucho cuando te caes, así aprendí a saltar”. Por eso, siempre defendió que los canteranos con más talento jugaran en categorías mayores.
Aplaudir. Por eso, y por tantas otras cosas, Cruyff, perdón, Johan, siempre tenía razón. Sólo queda levantarse y aplaudir.