La pesadilla que persigue a Benítez
Hay dos formas de elaborar una alineación para un Clásico: reunir a los once más en forma o a los once que más venden. Benítez optó por la segunda queriendo agradar a su presidente, perdió 0-4 en noviembre y en enero estaba en la calle. Cada noche sufre pesadillas por hacer aquel día lo contrario de lo que pensaba. Ahora le toca posicionarse a Zidane y ser honesto consigo mismo. En el Nou Camp está en juego no sólo el orgullo, sino el golpe moral que puede impulsar muy lejos en la Champions. El Madrid tiene que jugar bien, tiene que salir a ganar.
El técnico ha ido girando hacia una actitud elogiosamente independiente. Se indignó en Las Palmas y lo dijo sin miedo al vestuario: “Así no vamos a ninguna parte”. Sacó después un equipo razonable ante el Sevilla y volvió la luz: “Podemos llegar muy lejos”. No hubo más secretos entre uno y otro once que la voluntad de trabajar, el equilibrio con Kroos, Casemiro y Modric más la valentía de Zidane de alinear a quienes mejor estaban. La moraleja para el once del Nou Camp es muy clara: ni una concesión al márketing, han de jugar los más fuertes.