Mora

¡Cuántos se cambiarían por la F-1!

Juan Mora
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Fin de semana de Fórmula 1. Quienes tienen que hablar ahora ya son los coches. La Fórmula 1 es muy dada a que cuando no hay nada, haya cosas que decir. Así, de manera intencionada o casual, siempre se habla de ella. Cuando no son los gerifaltes criticando incluso su propia competición —Montezemolo: “Los pilotos conducen como taxistas”; Ecclestone: “Esta Fórmula 1 es una mierda”—, son los pilotos quienes movilizan a la prensa. Aquí tenemos a Alonso diciendo “esta Fórmula 1 no gusta a nadie”, pese a lo cual asegura que continuará dos años más, para puntualizar días después: “Seguiré tras 2017 si creo que puedo ser campeón”. Aparecen comentarios, reacciones, polémicas. Ya tenemos de nuevo a la F-1 en la cresta de la ola.

Así no es de extrañar que en 2015, en el peor año de Alonso, de las siete transmisiones no futbolísticas más vistas en España, tres fueran de F-1. Las razones son difíciles de entender. Al menos aquí. Las carreras aburren y Alonso ocupa una cuota de pantalla mínima. ¡Pero es F-1! Carreras que vemos hasta casi tres millones de telespectadores aunque no suceda nada. No son los nueve millones largos de cuando Alonso ganaba, pero sigue siendo una barbaridad. Eso pasa en España, y pasará también en otros países. Se ha quitado protagonismo a los pilotos, quienes ganan son los coches, mas estos siguen teniendo un encanto y un poder de atracción envidiados por otros deportes. ¡Cuántos se cambiarían por ellos! Empezando por cómo manejar el marketing.

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