Don Alejandro, el maestro

Ha hecho bien la ACB en homenajear a Aíto García Reneses, uno de nuestros entrenadores más laureados y menos reconocidos. Más laureados, porque sus nueve Ligas y cinco Copas, más la plata de los Juegos Olímpicos de Pekín, en el partido que muchos calificaron como el mejor en la historia del baloncesto, le dan para ocupar un puesto de honor en el deporte español. Menos laureado, porque apenas tiene reconocimientos. Ni medallas, ni galardones, ni premios... Tampoco los busca. Es su carácter. Tal y como están los tiempos, ni siquiera parece entrenador de baloncesto dado su comportamiento en el banquillo. No grita, no salta, no es histriónico, no abronca a los jugadores, apenas les garabatea en la pizarra, les habla en español...

Un honor y un regalo que nos visitara este entrenador ejemplar e infatigable, pues en 50 años ha enlazado equipos sin apenas descanso. Tampoco se le cayeron los anillos para irse del Barcelona a otros equipos menores. En el Barcelona lo fue todo. Formó con Valero Rivera, éste en el balonmano, una pareja que dio una estabilidad envidiable a las secciones estrella del club. Estabilidad y títulos. Mientras estuvo al frente del baloncesto, más que el Madrid: nueve Ligas contra cuatro. La Euroliga que nunca consiguió ganar le condenó. Inició entonces una nueva vida por el Joventut, el Unicaja, el Sevilla y ahora el Gran Canaria, equipo que alcanza sus mayores éxitos desde que está Aíto. Así se las gasta este hombre. Simplemente, el maestro. Don Alejandro.