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El tenis se tambalea con Sharapova

Maria Sharapova es un icono del tenis. Como jugadora y como mujer mediática. Sin alcanzar en esta faceta los niveles de Anna Kournikova pese a su privilegiado físico (1,88 metros de estatura y 59 kilos de peso), como tenista alcanzó lo más alto: número uno del mundo en 2005, medallista olímpica en Londres y ganadora de 35 torneos, entre ellos los cuatro de Grand Slam. Actualmente es la séptima en la clasificación mundial, justo por detrás de Carla Suárez, ante quien ganó su último torneo, en Roma, el pasado mes de mayo. Ante semejante expediente, su positivo adquiere una dimensión colosal. Como el de Ben Johnson en el atletismo o el caso Festina en el Tour, sucesos ambos que marcaron un antes y un después en sus deportes.

El tenis se encuentra precisamente sacudido últimamente por unas fundadas sospechas de partidos amañados para favorecer ciertas apuestas, cuando el positivo de Sharapova le hace tambalearse aún más. Es un deporte éste que levanta ciertas suspicacias, pues exige en ocasiones un esfuerzo supremo. Partidos de varias horas de duración, en situaciones extremas de calor y con mucho dinero de por medio. Tres motivos que por sí solos pueden provocar caer en la tentación. Y si encima en los controles no se buscan todas las sustancias susceptibles de dopaje... Sharapova dice que no sabía que el meldonium se había prohibido. Ahora ya lo sabe ella, y el mundo entero. Como pasó con el estanozolol de Johnson o la EPO del Festina.