Cristiano Ronaldo y el nivel
Desde que Cristiano Ronaldo llegó en el verano de 2009, en julio se cumplirán siete años de su presentación, el Real Madrid sólo ha ganado dos títulos verdaderamente importantes: la Liga de 2012 y la Champions de 2014. Permitan que excluya de la cuenta Copas, Supercopas y Mundialitos, trofeos muy estimables pero que pertenecen al departamento de complementos.
El rendimiento de Cristiano sólo ha sido brillante si se analiza desde un punto de vista individual: dos Balones de Oro, tres Botas de Oro y tres Pichichis, reconocimientos conseguidos únicamente (y no es poco) por marcar una cantidad ingente de goles.
Repasemos ahora lo logrado por el Barcelona en los casi siete años de Cristiano: dos Champions y cuatro Ligas (volvemos a apartar las platas menores). En dos de esas temporadas, el Barça hizo el triplete en competiciones en las que tenía al Madrid como adversario.
Para despejar de la ecuación el 'factor Messi', resulta interesante recordar lo que ha ganado la Selección en el citado periodo: el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012. Como se puede observar, la presencia de Messi (o su ausencia) no lo justifica todo, aunque entiendo que el argumento es tentador.
¿Qué ocurre, entonces? En primer lugar, resulta evidente que Cristiano no ha cumplido las expectativas. No fue contratado para batir registros goleadores, sino para ganar competiciones. Es verdad: cuesta hacerle un reproche a quien marca 50 goles por temporada, pero la alternativa es engañarse. Cristiano no alcanza el objetivo (ni el nivel), si sus goles no se acompañan de títulos. Así de sencillo.
A un jugador de su categoría (y de su sueldo) hay que exigirle, además de los goles, una influencia positiva sobre el resto del equipo, una cierta capacidad de liderazgo y ejemplaridad. De eso no ejerce. Cristiano es un extraordinario futbolista que juega para sí y gana para sí mismo. No lo perdamos de vista cuando queramos diseñar el futuro.