Otra Liga a la basura
Deprimente. Esto empieza a resultar desesperante. Para un madridista tocan tiempos duros de asumir. Cuando yo era niño, mi Madrid jugaba las Ligas con la fiereza de una manada de lobos. Y no crean que teníamos al Balón de Oro de turno ni tampoco nos sobraban los duros y las pesetas (las monedas con las que nos manejábamos en aquellos maravillosos años). Era un Madrid encastado, donde las figuras eran gente como Pirri, Camacho (¡qué pensaría ayer el bueno de José en el palco de Movistar+ en La Rosaleda), Stielike, Juanito o Santillana. También perdían ligas, que conste, pero era raro. Ni siquiera el fichaje de Cruyff le permitió al Barça cambiar esa hegemonía blanca (el holandés sólo pudo celebrar la de 1974). Mi Madrid, el que era reconocible con sus medias, su pantalón y camiseta blanca impoluta, sin bandas ni publicidades, ganó en mis años de niñez las Ligas de 1975, 1976, 1978, 1979, 1980... Me detendré en esta última. La Real Sociedad de Arconada (era un muro), Zamora, Perico Alonso, Satrústegui y López Ufarte no perdió un solo partido hasta la penúltima jornada (la 33ª). Ustedes dirán: “Con ese registro, seguro que ya habían cantado el alirón”. Pues no. El Madrid no se rindió nunca y fue tan insistente que en la última jornada se proclamó campeón tras derrotar 3-1 al Athletic en el Bernabéu. Yo tenía 15 añitos recién cumplidos y lo vi solo, en la entusiasta Grada Joven, gracias a una entrada que le costó a mi padre 25 pesetas. Regresé a casa en el Metro, con mi bufanda y mi sonrisa de merengue orgulloso y feliz por haber elegido un equipo que siempre daba la cara por mí. Al entrar en casa, mi padre me dijo: “Tomi, otra Liga más para el Madrid. Como debe ser”. Me parezco ya al del Cuéntame...
Más historia. Después llegó la Quinta del Buitre. Lo suyo no era fútbol, era pura orfebrería. Goles de todos los colores. Buyo volaba bajo palos y arriba Míchel, Sanchís, Jankovic (después Schuster), Martín Vázquez, Butragueño y Hugo Sánchez coleccionaban ligas como churros. Cinco seguidas cayeron. Una tras otra. De hecho, la última, conquistada tras un empate a cero en Valladolid, ni se celebró. Míchel, visionario, avisó: “Algún día valorará la afición lo que cuesta ganar una Liga”. Y tanto, amigo. Desde 2009, el Madrid sólo ha ganado... ¡UNA! La de los récords de Mou. Y ya está. Tantas como el Atleti. Y los madridistas tragando quina y callando. Me pregunto si no sería mejor resetearse, construir un proyecto con menos ruido, menos fichajes de relumbrón y más ADN madridista que recupere las esencias perdidas. Y no hablo sólo de canteranos, porque Keylor y Marcelo son extranjeros y en Málaga fueron de los pocos que jugaron con vergüenza torera hasta el último minuto. Se quedaron solos...
Espíritu boquerón. El Málaga ha sido el gran verdugo del Madrid en esta Liga. Le quitó dos puntos en el Bernabéu y otros dos ayer en La Rosaleda. El gol concedido ayer en fuera de juego a Cristiano compensó el que anularon de Isco (era legal) en el partido de la primera vuelta. Pero eso no me consuela nada. Ni el penalti claro a Modric no señalado cerca del final. Me tienen tan quemado que se te quitan las ganas de reivindicar cuestiones más allá del desarrollo del juego. Porque juego no hay. Ni orgullo ni autoestima. Pero el Madrid es tan grande que podrá con todo. Y hasta veo factible ganar la Champions en Milán el 28 de mayo. Pero primero hay que decirle a nuestros jugadores que bajen a la Tierra. Ya les vale...