Y Llull dijo ‘aquí estoy yo’
El partido había que ganarlo, y lo ganó Llull. Lo podía haber ganado Bourousis, después de haberlo encarrilado con dos triples seguidos que pusieron el 75-75 en el marcador, mas luego no volvió a aparecer. Sí lo hizo Adams, también con un triple, su cuarto, para empatar a 78-78. Pero ahí se acabó el Baskonia. Tampoco fue culpa suya. Fue culpa de un genio llamado Llull. Se hizo presente, y ya hasta el final. Anotó 8 puntos seguidos, convirtiendo en mantequilla la durísima defensa del Baskonia con sus penetraciones. Llevaba un rato jugando al borde del límite con cuatro personales, mientras Sergio Rodríguez mezclaba la eficacia en el juego con pérdidas irritantes, y Doncic permanecía en el banquillo. Llull se veía solo. Y se bastó.
Se esperaba más del Madrid. Por ejemplo, que su mayor fondo de armario neutralizara las individualidades del Baskonia. Individualidades con nombres y apellidos. Es decir, previsibles. Adams y Caseur ya se la armaron cuando anotaron 14 puntos seguidos, y llevaron al Madrid de cabeza. Sobre todo, en el tiempo que Rivers y Sergio Rodríguez rivalizaron en desaciertos. El partido acabó complicándose seriamente para el Madrid. Encima, Nocioni se lastimó y Llull andaba con las susodichas cuatro personales. Hasta que dijo ‘aquí estoy yo’ y la armó. Hoy, final ante el Gran Canaria. Enorme la maestría de Aíto, capaz de hacer que su equipo remontara 19 puntos al Bilbao con un parcial de 45-16. Tremenda Copa con dos justos finalistas.