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El disparo del lanzador barroco

El Barça ha estrenado en esta Liga una manera barroca de afrontar lo fácil. La llamada pena máxima, inventada según Relaño como una especie de terapia letal contra los infieles del fútbol, siempre fue, con tres excepciones a lo máximo, una manera de resolver los partidos o por lo menos de darle esperanza a los hinchas y a los futbolistas sobre la solución positiva de los resultados inquietantes. El pasado domingo Messi prosiguió la estela de Coppens y de Cruyff y reinventó el penalti barroco; esto ha generado un guirigay que ha sido remarcado incluso por doctores que practican el mismo deporte que Messi, el lanzador Cristiano.

Lo cierto es que ayer el Barça tenía una ocasión para devolver esta práctica al sitio propio de su naturaleza, pero Luis Suárez, adiestrado el otro día para proseguir la diablura de Messi, falló. Es que es un lanzador barroco.