Una forma de entender la vida
En mi casa, como pasaba en otras muchas, unos éramos del Atleti, otros del Madrid, pero en cambio luego algo nos unía: todos queríamos al Carabanchel. Yo jugué un año en él, mi padre llegó a ser capitán, mi tío también estuvo en el club… ¡hasta mi madre fue Miss Carabanchel! En mi casa era incuestionable, era parte de la familia. Lo llevo en el corazón, es un emblema y un sentimiento de pertenencia que me enorgullece.
No se apagará nunca el Carabanchel, porque es una manera de ser, una forma de ver la vida, de identificarse con sus referentes. Como nos pasa en la literatura o en el cine, nos llama eso en lo que nos vemos reflejados. Por eso sé que no desaparecerá, incluso aunque desapareciera el club. Igual que el histórico campo de La Mina ha sido siempre un referente y lo seguirá siendo, más allá del propio fútbol.
Lo más fácil siempre es apuntarse a los grandes fastos o cuando el camino es cómodo y sencillo. Desde la humildad, el trabajo y los valores que representan este club y este barrio, es un honor estar unido a él, igual que es un privilegio haber compartido este momento con gente que lleva el barrio y el equipo como estandarte. Y sé que a mi padre le haría muchísima ilusión verme celebrando los 100 años del Carabanchel.