El seguimiento de la Fórmula 1 en España creció exponencialmente al amparo de los títulos de Fernando Alonso. El problema es que ya ha pasado demasiado desde aquello, una larga década, y una masa significativa de aficionados parece estar distanciándose de este deporte. Es aún pronto para exigir una compensación en interés a un piloto tan joven como Carlos Sainz, mientras que la segunda temporada del asturiano en McLaren se presenta de nuevo cargada de incógnitas sobre el rendimiento del monoplaza. Y los triunfos, contrastado está con múltiples ejemplos, son vitales para sacar a un deporte del nicho de los especialistas y dotarlo de una popularidad real. Así que las expectativas deportivas exigen cuando menos prudencia, porque a día de hoy no tenemos datos que justifiquen una euforia con más argumentos que la ilusión por reverdecer viejos laureles.