Doellman sofocó la revuelta
Justin Joseph Doellman es un currante del básquet. Nacido hace 30 años en Cincinnati (Ohio), ha sabido labrarse un nombre y un apellido en las canchas de Alicante, Manresa y Valencia, hasta que el Barça se fijó en él la temporada pasada. A sus 30 años, él hizo de Juan Palomo. Yo me lo guiso, yo me lo como. Arrancó el partido con dos triples suyos consecutivos (0-6) y puso el broche final con un lanzamiento agónico, que salió de sus fibrosas manos a falta de una décima de segundo. Tiro bombeado, con un arco imposible para evitar el tapón desesperado de Ayón y del heroico Llull. Ese canastón agujereó el orgullo del campeón de Europa, que firmó tres cuartos fantásticos (el primero, el segundo y el último), pero sucumbió en el tercero (15-25). En esos diez minutos de bajón tiró por tierra el trabajo de una noche que fue puro espectáculo.
Llull reapareció tras un mes de ausencia y puso patas arriba los biorritmos del Palacio. Su triplazo desde nueve metros al final del primer asalto nos puso la piel de gallina (27-17). En pleno éxtasis de básquet total, llegó otro triple que ponía la máxima en el electrónico (35-19). Un Madrid feliz, con Carroll sacando su metralleta por fuera, Chacho Rodríguez emulando a Zidane con su elegancia y fintas versallescas, y Machete Ayón, Felipe Reyes y Willy Hernángomez fajándose con orgullo ante Samuels y Lawal. El marcador fue un chicle que se estiraba y encogía. Con 85-80, todo parecía resuelto. Pero Doellman se reservaba la última bala. Y era de cañón.