Llamas sofocadas con fútbol
Los cantos apasionados sobre un partido rabioso quedaron sofocados pronto con el gol de Munir. Los resbalones del Athletic fueron una metáfora de lo que el equipo hizo en jugadas decisivas. San Mamés puso la ambientación precisa, pero a la hora de la verdad, el Barça no era aquel equipo desengrasado de agosto. Se remangó, bajo a la arena y pudo con los leones. Quitando algún cántico grosero contra Iniesta, el fútbol prevaleció sobre los elementos. Porque hasta el feo gesto de Aduriz con Neymar (otra vez teatrero) halló disculpa, la del ariete donostiarra al final del partido. Algo que le honra. Y el árbitro, puesto en la diana por Luis Enrique, se quedó en segundo plano. El asturiano dice que nunca habla de los colegiados... habremos soñado sus insinuaciones.
La Supercopa es un recuerdo lejano. Dos partidos en los que el Athletic se demostró a sí mismo que, después de dejar aparcadas tres gabarras en finales, el ogro azulgrana tiene puntos débiles. Le fastidió el sextete pero cuando el coloso coge carrerilla, se impone la tradición. El partido de vuelta llama a una gesta casi imposible. Hay que coger el ejemplo de la segunda parte. Si este equipo ha demostrado algo es que se levanta de los golpes duros. Un 8-1 en pocos días ante el rival que le espera al calor de toda su hinchada es una montaña gigantesca. Y la Liga y Europa parecen cobrar ahora primer plano, pero la Copa siempre ha excitado a los rojiblancos. Los jugadores fueron escoltados y recibidos antes de empezar como héroes. Ese eco les lleva a Barcelona.