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Merino: dos veces sufriendo a Macià

Levantado sobre los cimientos de la lógica, bajo la dirección de dos sevillistas preparadísimos como Monchi y Cruz y con el veneno de presidentes que, a su manera, han estado al lado y/o dentro del club durante toda su vida como Del Nido y ahora, Pepe Castro. Así se construyó, se sigue construyendo el sólido Sevilla de los títulos, que anoche volvía a colocarse a cuatro partidos de otra final más en su exitosa escalada de los dos últimos lustros, justo después de que un Betis entonces superior ganara en 2005 la Copa del Rey. A aquel último estertor de grandeza verdiblanca ha sucedido un tiempo en el que Nervión domina de manera apabullante, dominio que curiosamente se ha hecho más evidente en los últimos cinco años, los de ese Betis libre sin Lopera.

El Betis post-Donmanué se vuelve a descomponer entre ineptos como se deshizo en la 13-14, cuando Bosch se creyó Rummenigge y descargó también sobre Mel lo que en realidad se había gestado en los despachos, mediante una planificación digna de aficionado al PC Fútbol. Pobre Merino, que poca culpa tuvo en lo ayer porque lleva dos días. Que se comió el marrón como posiblemente se coma lo de Villarreal y la terrorífica visita del Real Madrid la semana que viene. Con humillaciones así, quizá esta tormenta se lleve por delante al entrenador linense, quien no merece tanto escarnio: en el filial, que pena aún más por los últimos puestos de la Segunda B, también andaba pagando los experimentos en fútbol internacional del que ya apodan ‘camelo’ Macià.