Gemma y Ona se dan un baño

Gemma Mengual y Ona Carbonell se lanzaron al agua el 1 de enero. Pero no a la piscina. Al mar. Se puede considerar un hecho extraordinario, porque no es normal ni frecuente que dos nadadoras de élite hagan este tipo de cosas. Se trataba de una exhibición minutos antes de que cientos de barceloneses se dieran el primer chapuzón del año, siguiendo la ya tradicional convocatoria del CN Atlètic Barceloneta. Es buenísimo que Gemma y Ona hicieran esto, porque, primero, arrastran a más valientes a darse ese primer baño, y, segundo, porque exhibiciones de este tipo acercan a la gente el deporte y sus protagonistas. Disfrutan sin la presión competitiva, y eso les hace más próximos, tal y como hizo Javier Fernández en Madrid hace diez días.

Hubo un tiempo que este tipo de exhibiciones eran mal vistas en el deporte de élite. Los números uno no estaban para estas cosas. La férrea disciplina que les imponían sus entrenadores les impedían cualquier tipo de relajación. No digamos ya practicando su deporte. Por eso, ver ahora a Gemma y Ona relajadas y disfrutando sobre el mar, animando también a cientos de personas a lanzarse al agua, es una bendición. Y estamos hablando de dos nadadoras que son de lo mejor del mundo. Entre las dos suman 70 medallas olímpicas, mundiales y europeas. Que la cifra no se quede ahí, porque van a formar pareja en los Juegos de Río. Hay que ser de ellas más que nunca. Lo tenemos fácil tras darse ayer un baño con el resto de los mortales.