Cuenta atrás para el Nanga

Probablemente estos días signifiquen una cuenta atrás para muchas personas y en muchos sentidos. Comienza la cuenta atrás para iniciar un nuevo año, un nuevo gobierno y, quién sabe, quizás unas nuevas elecciones. Para unos la vida también se agota, y sin embargo para otros, como mi querido Luca, que nació hace dos meses, la vida comienza con promesas de aventuras y desventuras como cuando todo está por escribir. Pero justo ayer, en un lugar remoto de Pakistán, justo en su disputada frontera con la India, para unos alpinistas daba inicio una temible cuenta atrás: la escalada invernal del Nanga Parbat (8.125 m) la montaña más legendaria del Himalaya, la montaña más mortífera hasta bien entrado el siglo XX que hoy es una lección de historia de la que debemos aprender sobre todo a no cometer aquellos errores que se producen cuando una montaña se convierte en una obsesión. Espero que no esté ocurriendo eso ahora. Porque el Nanga, junto al inalcanzable K2, son las dos únicas montañas de ocho mil metros que no han sido escaladas en invierno. Su aislamiento orográfico, que la hace temible por las tormentas que se “enganchan” a su mole de roca y hielo, su situación más al norte, y por tanto más fría y árida, y su configuración cóncava que facilita aludes y seracs peligrosos, hacen que su escalada invernal sea para muchos la última frontera del alpinismo clásico. Veinticinco expediciones lo han intentado con resultados desalentadores cuando no trágicos. Cinco expediciones iniciaron ayer su particular cuenta atrás en esta montaña tan atractiva como peligrosa.

En eso consiste el juego, en el arte de arriesgar lo suficiente para tener posibilidades de alcanzar la cima, en el caso de que el tiempo ofrezca alguna posibilidad, y en mantenerse un escalón por debajo de las capacidades técnicas y físicas del alpinista, algo muy difícil de saber medir con exactitud. Hay presencia abrumadora de alpinistas polacos que tienen una tradición de escaladas invernales en el Himalaya insuperable. Ellos son, por tanto, los que tienen más posibilidades de apuntarse otra “primera” en su envidiable palmarés. Pero, sorprendentemente, también han acudido a esta cita dos chicas: Elisabeth Revol y Tamara Lunger, y dos alpinistas latinos: el italiano Simone Moro y mi buen amigo Alex Txikón. Creo que tienen fuerza, coraje y experiencia para tener posibilidades de éxito… si la montaña se deja. Pero sin duda los polacos Adam Bielecki, Jacek Czech, y los veteranos Marek Klonowski y Tomak Mackiewicz, probablemente sean quienes cuentan con más posibilidades por su experiencia. Aunque eso en el Nanga no quiere decir nada. Todo está por escribir. Señores, comienza la partida más sería y arriesgada del Himalaya. Ojalá, tengan suerte.