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Progresó de la banda al mediocentro

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Es de los pocos jugadores decentes que quedan en la liga argentina”. Así despedían las críticas de su país a Augusto Fernández tras la oficialidad de su traspaso al Celta. Llegó en verano de 2012 para dar un importante salto de calidad al recién ascendido equipo vigués, fue presentado como un jugador de banda y en su primera temporada actuó siempre como extremo. No era un galgo, pero desbordaba por clase y garra. En su primer año en Vigo acabó como segundo máximo goleador celeste, con seis tantos, sólo por detrás de Aspas. Además dio cuatro asistencias y fue uno de los puntales del equipo.

En su segundo curso, Luis Enrique le alejó de la línea de cal para utilizarlo como interior en su sistema 4-3-3. Su rendimiento fue tan o más satisfactorio que en su primer año como extremo. La llegada de Berizzo supuso un importante cambio para él. En los primeros meses siguió jugando como interior, pero mediada la temporada el Toto decidió ubicarlo como pivote. Fue, sin duda, un gran descubrimiento. Se ha convertido en el alma del mejor Celta de la década. Es el clásico ‘5’ argentino de siempre.