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Cardenal, un buen presidente

Miguel Cardenal nos hace su tradicional balance fin de año. Esta vez suena a fin de trayecto. El cambio de legislatura está a la vuelta de la esquina, y si hay cambio de gobierno habrá cambios en el deporte. Si no lo hubiese, quizá también, aunque Cardenal tiene a su favor que la presidencia del Consejo Superior de Deportes (CSD) ha ganado en estabilidad. Zapatero mantuvo a Lissavetzky durante dos legislaturas, y sólo le sustituyó muy al final por Albert Soler para nombrarle candidato a la alcaldía de Madrid. Rajoy también ha apostado por la continuidad y no ha movido a Cardenal durante estos cuatro años. Con Aznar, en cambio, Pedro Antonio Martín, Santiago Fisas y Francisco Villar se sucedieron en la primera legislatura.

Fue a partir de la segunda cuando la estabilidad en el CSD fue un hecho. Gómez Angulo, con Guillermo Jiménez de director, se mantuvo los cuatro años, y no deja de ser casualidad que a partir de entonces el deporte español comenzara a dar un salto de calidad. Primero con él, después con Lissavetzky y ahora con Cardenal, todos los programas se ha podido ir cumpliendo y los resultados sitúan a nuestro deporte en lo más alto. Cardenal dice que el CSD no gana las medallas, pero sí ayuda a ganarlas proporcionando los medios. Y la cosa ha estado difícil, porque el deporte no ha sido ajeno a la crisis. Como el balance ha sido positivo, Cardenal se ha ganado el derecho a seguir. Él se apunta. Ahora veremos qué dicen las elecciones.