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La gran conquista de Sampaoli

Sampaoli. No había pasado nunca. No es que el galardón tenga mucha vigencia, desde 2010, apenas llega a la sexta edición, pero no había ocurrido nunca: que un entrenador se colara en la terna a entrenador mundial de la FIFA por méritos totalmente desvinculados de Europa, donde se cuece verdaderamente el fútbol y la mercadotecnia. Ya llegó ahí otro sudamericano, Simeone, pero por sus proezas en el Atlético. La conquista de Jorge Sampaoli tiene el mérito de carecer de propaganda, fuera de los focos habituales. Un reconocimiento fundamentado en el título de la Copa América con una selección sin pasado de victorias, Chile. Y con una fórmula tan reconocible que es imposible no adjudicarle al técnico las razones fundamentales de la victoria. Chile ha celebrado la nominación como una corona nacional. Aunque igual tiene motivos para preocuparse. Porque el ascenso inequívoco de Sampaoli al gran escaparate, al mercado que desde hace tanto tiempo reclama, llega justo en un momento, con la federación chilena descabezada e investigada por varias fiscalías, en el que sólo quiere huir. Además, le ha perdido la fe a unos jugadores, Alexis incluido, a los que ve nocivamente contaminados de vanidad.

Venezuela. Otra selección que se deshace. Con el presidente de su federación, Rafael Esquivel, preso en Suiza por el caso de corrupción que tiene a la CONMEBOL contra la pared. Y con su sucesor interino, Laureano González, acusando a los jugadores de conspirar contra el seleccionador, Noel Sanvicente; de llevar intencionadamente a la vinotinto al último lugar del clasificatorio para el Mundial. Y ahora, tras recibir tamaña acusación, con la renuncia instantánea de quince jugadores (Rincón, Vizcarrondo, Rondón, Rosales, César González, Seijas, Lucena, Perozo, Martínez, Falcón, Fedor, Cichero, Vargas, Guerra y Santos), la columna vertebral. “Durante nuestra carrera hemos aprendido códigos éticos deportivos, en las que las situaciones y diferencias las hemos manifestado y solucionado dentro del vestuario y no a la luz pública como lo ha venido haciendo la Federación”, dicen los firmantes en su nota de renuncia. Arde el fútbol en Sudamérica.

Valdivia. España lo disfrutó poco. Apenas cinco partidos en el Rayo, en una temporada, la 2003-04, en la que llegó a tener cuatro entrenadores (Lopetegui, Martín, D´Alessandro y Txetxu Rojo). Pero Valdivia es talento verdadero, un enganche de visión privilegiada y pase exquisito. Y también, las cosas como son, una cabeza complicada. Con Borghi de seleccionador, en 2011, fue apartado de la Roja de Chile junto a otros jugadores (Vidal, Carmona, Beausejour y Jara) por regresar muy tarde a la concentración en estado poco apropiado tras el bautizo de su segundo hijo. El bautizazo se denominó al escándalo. Ahora, cuatro años después, el Mago (regresó a la Roja de la mano de Sampaoli; y ahí sigue pese a su decisión de jubilarse en el relajante fútbol árabe) entendió que llegó la hora de su revancha. Difundió por Twitter las fotos de un directivo federativo en agradable compañía y visible estado de embriaguez. A la voz de “váyanse los corruptos” se despachó a gusto: “Ahora pague como yo pagué”. No por mucho tiempo, pero el zarandeado es uno de sus jefes.

Kranevitter. El cinco que espera con ansiedad el Atlético, más ahora tras la lesión de Tiago, no pasa por buenos momentos en Argentina. Mientras espera a disputar el Mundial de Clubes la próxima semana, su técnico, Muñeco Gallardo, le dispara con bala por su bajo rendimiento: “Si a Kranevitter no lo veo bien de la cabeza, si la tiene en otro lado, no lo voy a utilizar en Japón. A veces es contraproducente tener a jugadores que ya no van a pertenecer al club”. Minutos después de pronunciar estas palabras, River quedó eliminado de las semifinales de la Copa Sudamericana ante Huracán, el pasado jueves. Hay lío.