Diack se carga el atletismo
Un gran escándalo se cierne sobre el atletismo. Un escándalo de proporciones incalculables. Lamine Diack, quien fuera presidente del atletismo mundial desde 1999 hasta el pasado verano, ha sido imputado por la justicia francesa. La acusación es tremenda: aceptar o pedir presuntamente dinero a cambio de tapar positivos de atletas. Las sospechas de que en el atletismo había cosas muy sucias llevan rondando unos cuantos años. Ahora se van confirmando. Es cierto que la barra libre se ha acabado; la prueba es que ya no se baten récords como antes, y los hay con treinta años de antigüedad. Mas no para todos. Es lo peor del caso. Según el proceso abierto, el positivo podía desaparecer pagando cierta cantidad de dinero.
El ciclismo y el atletismo son dos deportes azotados por el dopaje. En uno lo promovieron los propios equipos; en el otro, los propios estados. Pero hay una diferencia: mientras el ciclismo se tomó en serio combatir esta lacra, y adoptó medidas radicales, del atletismo aún se espera una respuesta contundente. Ahora se explica la razón por la cual no ha llegado. Por cierto, si ambos deportes han sufrido una similitud con el dopaje, atletismo y fútbol también siguen caminos paralelos con sus Mundiales: Moscú organizó el de atletismo en 2013 y hará el de fútbol en 2018; Doha organizará el de atletismo en 2019 y hará el de fútbol en 2022. Todos están en entredicho, y el atletismo también anda por medio. ¿Será casualidad?