Ángel Torres está que trina con Getafe, concretamente con su Ayuntamiento. Entiende que no le corresponde. Hace unos días le notificaron que el consistorio ya no le soltará un euro y que además deberá compartir la Ciudad Deportiva con otros clubes de la ciudad. Torres cree que es represalia por reclamarles una deuda de 12 millones. Como ahora le toca tirar a él, amenaza con llevarse el club a otra ciudad, y dice contar con dos ofertas. No es la primera vez que suelta la advertencia. Ya lo hizo hace años.

Torres reclama más cariño para un equipo que ha puesto a la ciudad de Getafe en el mapa de los españoles, con partidos como el de hoy, por ejemplo, o por sus 12 años en Primera, una publicidad que no tiene precio ni, posiblemente, dinero el Ayuntamiento para pagarla. Otra cosa es que el ofrecimiento de esas ciudades sea real, como las ofertas de compra fallidas, porque cuando Torres anuncia que viene el lobo, nadie del pueblo deja su casa y sale en auxilio. Hasta que un día sea verdad, claro. Aunque más que el lobo, lo que le vendría de perlas a Torres es que aparezca un chino con una morterá, porque lo que desea realmente es que le compren el club.