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Todo, menos reñido con el gol

Si su media en horas bajas es de un gol por partido, está todo dicho. Podremos debatir sobre si resulta más eficaz en ésta o aquella posición, si el porcentaje de acierto en los lanzamientos libres es muy bajo, si peca de ansiedad, pero al final sus números volverán a corroborar que estamos ante uno de los mejores goleadores de la historia. Cristiano anota estando bien o mal. Si su estado de forma es el óptimo y el equipo funciona, se irá a los sesenta goles por temporada. Si está regular, a los cincuenta. Y si se topa con una temporada mala, no bajará de los cuarenta.

No es la primera vez que se discute si debería jugar de nueve puro. Ya no atesora la capacidad de desbordar por la banda que tenía cuando debutó con el Manchester. Ni por regate ni por velocidad. Tampoco está en disposición de afrontar veinte carreras de cincuenta metros por partido. Pero necesita espacios para encontrar el gol. No será nunca un delantero de marcar al primer toque, como hacía Hugo Sánchez. Ese condicionante acaba frenando a los técnicos a la hora de cambiarle de posición. Hoy por hoy el Madrid tiene preocupaciones mayores.