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Rossi perdió los papeles

Duro fin de semana. Escribo ya desde casa, muy dolorido tras un durísimo fin de semana que ha puesto fin a un triplete poco satisfactorio. Aunque lo más duro en Malaisia fue el domingo, donde no tuve mucha suerte. La cosa no comenzó muy bien el viernes, en realidad como casi siempre que vamos a un circuito sin grip. No iba a gusto, la moto no traccionaba y las sensaciones eran malas, diría que desagradables. No disfrutaba en la pista y encima con ese calor, esa humedad y ese ambiente extraño con la nube que nos envolvió todo el fin de semana fruto de la quema de árboles en Indonesia.

Poca velocidad. El sábado mejoramos y llegué al oficial con confianza de hacer algo decente, tras un buen FP4 y un buen final de FP3 en el que logré meterme directo en la Q2. Pero fue un desastre. No cuadré ninguna vuelta buena, pero en mi último intento detrás de Valentino y de Iannone me resultaba imposible acercarme a ellos en aceleración y velocidad. No es una excusa de piloto, Bradley se siente igual desde hace unas carreras y si miras la lista de velocidades verás que de estar entre los seis o siete mejores a principio de año ahora nos movemos de mitad para abajo y últimamente incluso detrás de las Suzuki. Y esto en un circuito como Sepang se nota mucho y frustra. Imagino que en un año tan intenso para Yamaha es lo que nos toca a los satélites, que sumamos a esto usar menos motores que nadie y no tener ni el neumático más blando. Insisto, no lo veáis como excusa, pero creo que está bien que se entienda que a veces no es oro todo lo que reluce.

Me negaba a abandonar. Aún así pensé que si mantenía mi ritmo de entrenamientos podría hacer una carrera correcta, una carrera que sabía que iba a ser muy de aguantar, muy dura. Aunque no imaginaba el sábado cuando me fui a dormir después de ver ganar a los All Blacks contra Sudáfrica que lo iba a ser tanto… En el warm up dimos un pasito hacia delante que noté enseguida hasta que… ¡PAM! Barberá me llevó por delante. No voy a entrar mucho en esto, me cabreé muchísimo y me bajé de la moto demasiado encendido. Y a veces a uno le cuesta un poco controlarse. Lo peor fue que al caer, la moto de Héctor me empujó y al dar la voltereta en el suelo me hice mucho daño en el cuello. Mucho. Como el año pasado, mi precarrera la pasé entera entre el hospital del circuito y la Clinica Mobile. No pude descansar ni hidratarme bien, pero gracias al trabajo de los médicos y los fisios pude salir a carrera (en algún momento parecía que no iba a poder). Sufrí mucho, di hasta lo último que tenía dentro y entre el calor, la medicación y el dolor bastante tuve con acabar. Porque me negaba a abandonar. De hecho, creo que nunca lo he hecho.

Incidente Rossi-Márquez. Sentado en mi silla, tratando de recuperarme ayudado por los médicos del Mundial, pude ver el incidente de Rossi y Márquez y todas las imágenes que pusieron. Ya sé que estabais deseando que hablase de esto… Reconozco que no estaba muy lúcido, pero me hice una idea. Diré varias cosas. Una, yo como piloto nunca me podría encontrar en una situación así. En el pasado tuve movidas y mucha gente me acusó de flojo, algo que también se ha dicho de Lorenzo. Pero es mi manera de correr, y creo que la suya, no nos sale el tipo de motociclismo que se vio en las vueltas anteriores al incidente. Entiendo la frustración de Vale, porque se está jugando un campeonato y el rifirrafe con Marc no le beneficiaba, pero en ese final perdió completamente los papeles. Eso no se puede hacer, no se puede tocar a un piloto intencionadamente y menos levantarle el pie y terminar tocándole el freno, como pasó. Por una parte Marc no fue limpio al meterse a jugar en el campeonato de otros, pero a Valentino se le fue completamente la cabeza. Y me parece extraño con la madurez que tiene que sea capaz de hacer algo así. Sobre la sanción prefiero no entrar. Ya tuve lo mío en el pasado y no me sentí muy apoyado. Lo que es seguro es que en Valencia veremos una carrera muy interesante, pero espero que menos tensa que la de Malaisia… Yo, por mi parte, intentaré salir con un buen sabor de boca tras un año bastante amargo. ¡Nos vemos en Cheste!