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Rossi no debe correr en Valencia

Es muy difícil de entender lo que ha hecho Valentino Rossi en Malaisia. En un segundo ha tirado por la borda una carrera de 20 años; 9 mundiales; 112 victorias y 210 podios. Llevaba todo el fin de semana enloquecido con declaraciones contra todo lo que se movía, consideradas por algunos como de guerra psicológica, pero que en realidad eran de desquicie. De inferioridad, más bien. Sabía que sobre el asfalto era el más listo, pero no el más rápido. Y en la séptima vuelta sus temores le traicionaron. Se la jugó a Márquez por dos veces. Primero le frenó y le empujó hacia el exterior. Sancionable. Después le arreó una patada que le tiró al suelo. Delito. Si eso lo hace en la calle acaba en una celda. No recuerdo nada igual en la historia del motociclismo.

Una acción así no se puede castigar solo con la retirada de puntos del carné y un último puesto en Valencia. La sanción correcta es ser descalificado y varias carreras de sanción, aunque esto suponga la pérdida del título. Quien la hace, la paga. Y por supuesto un arrepentimiento público y disculpas a Márquez. Me recuerda todo esto a lo que hizo Zidane con Materazzi. Zidane, como Rossi, perdió la razón. Aquél cabezazo, también al final de su carrera, le costó tres partidos y una fuerte multa. Un cabezazo y una patada que han destrozado el prestigio de dos campeones. Y en aquella ocasión hubo provocación, que en esta no. Lo único que hizo Márquez es defender su posición, por cierto, con bastante limpieza. El campeón, además de bueno, tiene que ser honesto. Enhorabuena, Lorenzo.