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Fin al annus horribilis de Mireia

Mireia Belmonte ha vuelto a competir. Sobre una distancia que no es la suya (o sí, que fue medalla en las aguas abiertas de los Europeos 2014), pero al menos la prueba de ayer le ha servido para poner fin a este annus horribilis. Lo que ha pasado Mireia Belmonte sólo lo sabe ella. No hay nada peor para un deportista que no poder competir después de haber estado todo el año entrenándose. Mañana y tarde. Semana tras semana. Mes tras otro. Además, con dolor. A Mireia un mal día le aparece un dolor en el hombro. Mas no puede parar. Los Mundiales están a la vuelta de la esquina. Ese dolor va a más. Llega un momento en el que no puede ni conducir. Sigue entrenándose. Lo soporta todo. Pero hay que decidir. O para o se rompe.

¿Y los Mundiales? ¿Un año preparándose para ellos y tener que renunciar ? Fred Vergnoux, su entrenador, se lo expone claramente: “Para ser campeona olímpica necesitas un ciclo de un año entero de preparación. Si te rompes ahora, ese ciclo lo iniciarás con retraso. Tus rivales te llevarán entonces meses de ventaja. Decide.” Mireia se tragó las lágrimas (o no, que lloró) y le dijo a Fred: “Paro”. Su hombro se recuperó y Mireia pudo iniciar el ciclo en el tiempo previsto. La prueba de ayer dio inicio a la cuenta atrás para los Juegos de Río. Las medallas no se ganarán allí. Se comenzaron a ganar ayer. Era el primer test para comprobar que la preparación marcha bien: una prueba de resistencia a máximo esfuerzo. Todo perfecto. Mireia ha vuelto.