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El plan B de Mel en la izquierda

El martes ya nadie se acordará del partido y el punto sigue ahí, ya no lo quita nadie de la clasificación”, me wasapeó un pragmático amigo al final del partido, mientras yo me acordaba de esos dos millares de hinchas verdiblancos que enfilaban la A-92 después de asistir a un dantesco espectáculo de su equipo en tierras granadinas. Pero sí: al menos se traen a casa un empatito que, además, hunde o al menos mantiene a raya un poco más a un rival directo como el Granada de cara a la salvación. Y eso le contarán a sus hijos, o nietos.

Jugar una segunda parte peor que la primera parecía algo imposible y lo fue, pero mira que se empeñaron los de Mel en conseguirlo. Porque ni Westermann es Beckenbauer; ni Petros es Mazinho, ni Ceballos va a tapar por sí solo los problemas de un Betis al que a día de hoy sólo le sirve un plan, el de golpear y esperar. Ayer la historia se le se fue al garete otra vez en el minuto 3, con el pifiazo de ese central alemán que mejora lo que había, sí, pero no como para dedicarle un besamanos diario a Eduardo Macià. Al director deportivo hay que exigirle, como poco, que mejore muchísimo la banda zurda del Betis: un coladero por la que además el equipo verdiblanco es incapaz de crear una pizca de juego.