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Ni los Gasol, ni premio, ni deporte

El premio Princesa de Asturias de los Deportes no existió ayer en el teatro Campoamor de Oviedo. Desapareció de escena. Nadie subió a recogerlo, porque nadie lo anunció. Los premios eran ocho, y se quedaron en siete. A los hermanos Gasol se les hará llegar la estatuilla y el diploma acreditativo; también, los 50.000 euros de dotación. Figurarán igualmente en el palmarés. Pero el deporte, ese gran motor de la marca España, faltó en uno de nuestros actos de mayor repercusión. Su importancia viene dada precisamente por la exaltación de los valores de sus premiados, y entre ellos está el acudir a recoger las distinciones. Sólo una referencia de 50 segundos en el discurso del Rey a los Gasol, y otra posterior de 10, muy genérica, sobre el deporte.

Es lo que tiene no ir a recoger los premios. Los Gasol quizá no tengan culpa; serían sus clubes quienes no les dejaron viajar, mas era previsible. Cuando anda EE UU por medio, ya se sabe. Navratilova, estadounidense desde 1974, no acudió a recoger su premio en 1994. Tampoco Lewis en 1996, ni Armstrong en 2000. Desde entonces Samaranch puso como condición que el premio sólo se concediera a quien viniera en persona a retirarlo. Eran tres ausencias en catorce años, siempre del deporte, y siempre estadounidenses, y dijo basta. Esa norma se ha cumplido hasta ahora; por ello nunca han sido premiados Bolt o Phelps. Con los Gasol el jurado pecó de ingenuo. Resultado: el premio se concedió, pero no se entregó. Todos hemos salido perdiendo.