La UEFA le hace Bullying a un Barça paralizado

De un tiempo a esta parte, el FC Barcelona es un pardillo acosado por la UEFA, que aprovecha cada recreo para acorralar un club desposeído de cualquier grandeza o autoridad y robarle la merienda, el dinero para volver a casa en el autobús y, de paso, le da un par de pescozones.

 El último abuso ha sido el de multar (de nuevo) al club blaugrana por las esteladas que se vieron en el partido ante el Bayer Leverkusen con 40.000 euros que se suman a los 30.000 que les impusieron tras la final de Berlín. Ese día, el Barcelona, paralizado por el miedo e ignorando la fuerza y la grandeza que le da su condición de campeón de Europa se amedrentó. Aceptó el castigo sin rechistar, pagó y trató de ir por la vía diplomática y hacer pedagogía con la UEFA. Les explicaron que las esteladas se ven en el Camp Nou desde hace décadas; el momento político que vive Catalunya; que son símbolos que ni llaman a la violencia ni al odio y que, qué caramba, se trata del ejercicio de la libertad de expresión de unos socios-propietarios del club que nunca han ofendido a nadie. La UEFA les dijo que sí, que muy bien y a las primeras de cambio les ha cascado 40.000 euros más de multa que contrastan con los 20.000 al Benfica, cuyos seguidores lanzaron en el Calderón bengalas que pudieron provocar un desastre.

Aterrado como un pajarillo, el Barcelona ve como la UEFA le toma el pelo. En vez de ir al TAS, a los tribunales ordinarios, boicotear dentro de las normas cualquier acto en el que la UEFA solicite su colaboración y enviar al señor delegado de la UEFA a ver los partidos en el palomar, siguen entregándole puntualmente a cada recreo el bocadillo, el dinero para el bus y recibiendo el pescozón pertinente. La afición blaugrana merece algo más de respeto por parte de sus dirigentes.